El pan nuestro de cada día
Si hay algo que me pregunto todos los días es si lo estoy haciendo bien como madre.
Y la respuesta es, cada vez más a menudo, que no lo sé.
Tengo claro que pongo todo mi esfuerzo, pero también que no voy a estar segura de acertar.
Cuando nació mi primera hija me di cuenta de la responsabilidad tremenda que supone tener un peque. Aún recuerdo con claridad la primera noche que pasamos en casa.
Mientras estuvimos en el hospital esos primeros días, la niña estaba en el nido, que es algo que se hace para dejar descansar a la madre (esto es discutible, pero es otro tema). Durante la noche yo no veía a la peque y durante el día estaba totalmente pegada a ella. Por eso la primera noche que estuvimos en casa me parecía que apagar la luz para dormir era dejar a la niña sin vigilancia. Supongo que a mucha gente le parecerá ridículo, pero yo sentía la necesidad de verla constantemente y comprobar que estaba bien.
Esto se me fue pasando, y con mi segunda peque ya no me ocurrió.
Pero aparecieron otras responsabilidades.
Que estén sanas, que coman bien, que tengan buenos amiguitos, que se diviertan, que sepan que las queremos aunque las tengamos que reñir, que tengan ilusión cuando se les caen los dientes (viene el ratoncito Pérez) y cuando llega Navidad, que hagan deporte, que descubran sus gustos y tengan aficiones enriquecedoras, que no vean mucho la tele, que puedan manejarse con los nuevos inventos (wii, nintendo...ya sabéis), que sepan nadar bien, que no peguen ni empujen, que se porten bien en el cole y hagan sus tareas, que sean agradecidas con la gente que las quiere, padres, abuelitos, amigos.., que expresen libremente sus opiniones, que tengan espíritu crítico y no se crean todo lo que les cuentan, que sepan descubrir la mentira en caras que parece que dicen la verdad, que no vayan de listillas por la vida pero que no se dejen pisar, ...podría seguir y seguir. Todo esto es lo que supone tener un niño y ocuparse de su educación.
Es estar atento todo el tiempo. Si alguien piensa que es fácil y que las cosas salen solas se equivoca. Es una gran responsabilidad y es agotador.
Se trata de darle a unas personitas las pautas que les permitan crecer y ser unos adultos responsables y con criterio, sin descuidar la parte divertida de la vida. Como esto es así, no todos los padres están dispuestos o no pueden dedicar el tiempo necesario.
Veo a muchos peques que van al comedor y a actividades extraescolares porque en casa crean problemas. Así mientras están fuera no molestan.
Veo a niños que están con sus padres sólo unas horas al día, que incluso duermen en casa de los abuelos porque sus padres tienen que madrugar para trabajar. Que llaman mami a su abuelita.
Veo a niños en el parque que pegan y empujan a otros y no hay nadie cercano que les diga que eso no se hace. Sus padres se están relajando unos cientos de metros más allá.
Veo a niños que no son recogidos a tiempo del comedor y que mientras esperan dedican insultos a su madre que no llega. Y que ésta cuando llega lo primero que hace es insultar.
Es todo tan difícil.
Víctor Manuel lo dice muy bien en una de sus canciones "Siempre se comete algún error fatal y lo peor de todo es que no sabes cuál".
Por mucho que lo intente no puedo controlarlo todo. Es más, creo que eso también es un error.
No penséis que mis hijas están todo el día pegadas a mis faldas. No. Son independientes y se lo pasan fenomenal con sus amigos. Pero yo no puedo dejar de evaluar todo el tiempo cómo estoy haciendo las cosas.
Como, en teoría, este blog mío es de cocina, y pensando en la salud de los de casa, fijáos en esta etiqueta que hay abajo.
Dicen que es pan de pueblo. Está bueno de sabor y lo compramos en una cadena de supermercados que tiene la deferencia de poner los ingredientes. Pero... en un alimento que debería llevar agua, harina, y sal, nos encontramos con antiapelmazantes, antioxidantes y lo más intrigante, las grasas vegetales. ¿De oliva?. No creo. Lo pondrían en letras bien grandes. Más bien serán de coco o palma, con todos sus ácidos grasos saturados.
Por eso en casa, si podemos, cada dos o tres días hacemos pan. Es más sano y está tan bueno como el que se compra en cualquier sitio. Sólo hace falta un hueco en la agenda (ya sé que a veces es imposible).
Ingredientes
- 400 gr de harina de fuerza (cualquier supermercado un poco grande o en panaderías con tahona)
- 100gr de harina de centeno (en herbolario, por ejemplo)
- 10 gr de levadura de panadero (en cualquier super un poco grande, en refrigerados)
- 10 gr de sal o un poco menos
- 320 gr de agua
- Ponemos las harinas en un cuenco grande.
- Mezclamos el agua con la levadura y la sal hasta que se disuelvan.
- Entibiamos ligeramente esta mezcla. Yo pongo 20 sg en el microrondas. No es muy potente mi microondas. Removemos para igualar temperatura.
- Ahora vertemos esto sobre las harinas y removemos y mezclamos hasta hacer una masa.
- Amasamos unos minutos (5-10)
- Hacemos una bola y la ponemos en un bol aceitado ligeramente.
- Tapamos con un paño limpio y dejamos reposar en un lugar resguardado hasta que dobla su volumen.
- Pasado este tiempo, sacamos nuestra masa que estará muy esponjosa. Desgasificamos y le damos forma.
- Yo hice dos bollos de tamaño medio. Se puede dejar en uno solo o hacer bollos tamaño bocadillo si van a ser para el cole.
- Los colocamos en la bandeja del horno sobre papel de hornear (o sobre una piedra de hornear si sois afortunados). Yo no tengo.
- Dejamos reposar tapados en un lugar sin corrientes.
- Ponemos el horno a calentar a 250º, y metemos dentro un recipiente con agua caliente, para que vaya creando vapor.
- Cuando nuestros bollitos han vuelto a subir, les hacemos unas marcas con un cuchillo bien afilado y los metemos en el horno.
- Los dejamos a 250º durante 5 mn.
- Después bajamos la temperatura a 210º y los dejamos hornearse unos 20- 25 mn más. Si son bollos más pequeños pueden necesitar algo menos de tiempo, y al revés si es un pan grande.