Pensé en la receta de hoy cuando vi estas otras croquetillas.
Cada vez que las hacía era una aventura: algunas veces parecían la croqueta líquida de Ferrán Adriá y otras eran como ladrillos. Cortadas a escuadra las podía apilar perfectamente y hacer una pared croquetil. Ahora me arrepiento de no haber sacado fotos de las construcciones.
Cuando una no tiene ni idea, las inexactitudes en las cantidades son muy desconcertantes.
Estuve una larga temporada sin hacerlas. Pero es que mi pequeña "malcomedora" no quiere que las croquetas lleven trocitos. Y las croquetas comerciales o llevan trocitos o son sólo una bechamel infame.
Así que me armé de valor y de balanza (y de ganas de hacer experimentos) y aquí está mi receta.
La peque se las come, y os aseguro que es una crítica gastronómica de lo más exigente (ni estrellas Michelín ni nada).
Ingredientes
- 320 gr de carne (esta vez he utilizado los restos de pollo y lacón de hacer caldo de sopa)
- 25 gr de mantequilla
- 25 gr de aceite de oliva
- 95 gr de harina
- 470 ml de leche
- Sal
- 2 huevos para rebozar
- Pan rallado para rebozar
¿Cómo se hace?
En un cazo derretimos suavemente la mantequilla y añadimos el aceite.
Lo sacamos del fuego y añadimos la harina. Removemos. Quedará una pasta muy densa. Añadimos la leche y seguimos removiendo. Lo ponemos a fuego suave y removemos sin parar. Si veis que no se van los grumos una pasadita de batidora lo dejará perfecto. Yo añado sal (al gusto) antes de que esté espesa.
Cocinamos esta bechamel unos minutos. Siempre sin dejar de remover.
Ahora sacamos del fuego y añadimos la carne que habremos desmenuzado.
Trituramos con la batidora hasta que quede perfectamente integrada la carne en la bechamel.
Como lleva lacón queda con un bonito color rosado. Es como le gusta a la princesa.
Esta es la textura.
Este método tan fácil se lo vi a Apicious, que tiene un blog estupendo, donde se pueden aprender muchísimas cosas.
Si queréis congelarlas, se puede hacer muy bien con la primera capa de pan rallado nada más. No conviene rebozar en huevo antes de congelar. Las metéis en un recipiente donde no pierdan la forma y una vez congeladas ya pueden estar en una bolsa.
Para hacerlas se sacan del congelador, se rebozan en el huevo y la segunda capa de pan y se fríen tal cual, sin descongelar. Habrá que tenerlas un poco más en el fuego, así que tendremos cuidado con la temperatura del aceite.
Espero que a los inexpertos le resulte de ayuda esta receta.